La aromaterapia se basa en los efectos terapéuticos de los aceites esenciales. Las esencias producen cambios en las funciones normales del organismo y restablecen la armonía perdida. Los aceites esenciales no restauran por sí solos la integridad normal de las células, pero estimulan los procesos orgánicos y revitalizan los sistemas u órganos en los que existe alguna disfunción.
Al ser inhalados, pasan a través de las fosas nasales y estimulan el nervio olfativo, que conduce el estímulo hasta diversas zonas del cerebro, desde donde ejerce una acción sobre el sistema neurohormonal que puede ser estimulante, inhibidora, irritante o normalizadora. Así, si estimulan el lóbulo temporal, tienen efectos en la memoria, la concentración y el aprendizaje; si llegan al tálamo, inciden en las emociones; si estimulan el hipotálamo, éste actúa sobre la hipófisis, glándula que, a su vez, lo hace sobre las hormonas del organismo.
Los aceites esenciales actúan en el organismo por tres mecanismos. Al entrar en el cuerpo se combinan con hormonas y enzimas, provocando un efecto farmacológico. Como respuesta a esta interacción se produce un efecto fisiológico, que puede ser de estimulación, sedación o tonificación. La tercera acción afecta al ámbito de las emociones y sensaciones que se asocian al aroma del aceite esencial; es el efecto psicológico.
Los aceites esenciales mejoran la salud en general, al actuar sobre casi todos los órganos y sistemas del organismo. La aplicación de aceites esenciales en la piel es especialmente beneficiosa, puesto que en ella suelen manifestarse las alteraciones de otros órganos y sistemas: desequilibrio hormonal, toxinas que se eliminan por la piel, alteraciones nerviosas o emocionales. Las esencias difunden muy bien a través de la piel y llegan rápidamente a los capilares subcutáneos, desde donde se distribuyen a todo el organismo por la corriente sanguínea. Por ello se utilizan ampliamente en los productos cosméticos.
Otro importante campo de actuación de la aromaterapia son los problemas emocionales, ya que el olfato nos traslada de un modo inconsciente hacia determinados estados de ánimo a través de la evocación de sensaciones ya vividas a las que, al igual que sucede con la música, atribuimos un estado emocional determinado.
Fuente: Guía práctica de las medicinas alternativas - Círculo de lectores